martes, 24 de abril de 2012

MITO temor a la anestesia DAVID RUIZ VELA


MITO acerca del temor a la anestesia

Para el doctor Pablo Argibay, cirujano del Hospital Italiano de Buenos Aires y director del Instituto de Ciencias Básicas y Medicina Experimental e investigador del CONICET, el “miedo a la anestesia” que mucha gente experimenta antes de ser sometida a una intervención quirúrgica es un “mito urbano”. Y lo es por dos razones, según explica: “La primera es que los avances más grandes en cirugía de alta complejidad se dieron en la anestesia y en la recuperación. Los pacientes sobreviven mucho más por estos cambios. Por otro lado, se tiende a minimizar el trauma. Hoy se puede tener anestesiado a un paciente 23 horas y sin embargo el problema no es ese”.

Desde hace algunos años, Argibay se propuso indagar sobre las posibles consecuencias adversas de una intervención quirúrgica a nivel cognitivo, muchas veces atribuidas a la anestesia.

Para ello, llevó adelante un estudio con roedores, a los que intervino quirúrgicamente. En total fueron 42 animales, los cuales se sometieron a laparotomías (intervenciones abdominales exploratorias) o extirpación de parte del hígado o del estómago.

 “Una de las experiencias consistió en abrir el abdomen de los animales y movilizar un poco las vísceras para luego volver a cerrarlo. Queríamos ver si ese procedimiento mínimo producía lo mismo que la anestesia o si había algo más, y lo que observamos es que se producían inmunomoduladores hipocampales, es decir, que había mucha inflamación en la zona del hipocampo, responsable de la memoria. No sabíamos si había cambios de conductas, empezábamos a ver que las mínimas injurias quirúrgicas producían cambios cerebrales”, sostuvo durante la reciente realización 15º Congreso Mundial de Anestesiólogos realizado recientemente en Buenos Aires, que contó con más de 8.000 participantes.

Los roedores no mienten. El cerebro está constantemente aprendiendo, para luego tomar decisiones en base a eso que aprende, explica a su modo el especialista. La cognición hace referencia a la capacidad que tienen las personas de conocer, de procesar información a partir de la percepción y la experiencia. “Las ratas son un buen modelo de estudio, por más que mucha gente crea que los resultados no son extrapolables; por el contrario, los resultados son extraordinarios ya que tienen notables capacidades cognitivas”, señala Argibay.

De acuerdo a lo explicado por el investigador, los procesos quirúrgicos de por sí producen diferencias cognitivas de diversa índole. No obstante, la mayoría de los estudios son anestesiológicos, es decir se preocupan por el efecto de la anestesia. “Claramente, son más susceptibles los pacientes añosos. Es común verlo cuando operan a una persona grande y tras la intervención empieza a olvidarse de las cosas. Estos trastornos de la memoria se recuperan en muchos casos, pero no se ha estudiado qué parte de la memoria está afectada. Nuestra hipótesis de trabajo fue que la injuria quirúrgica produciría, independientemente de la anestesia, cambios biológicos con un equivalente cognitivo. Observamos que el cerebro se inflamaba, y esto no es totalmente inocuo: produce trastornos en el aprendizaje”, asegura Argibay.

El estudio se llevó adelante con 42 animales, 10 eran control. Se hizo la evaluación de memoria antes y después de la cirugía. También se sometió a los animales a una hepatectomía (extirpación de parte del hígado) de 30 minutos, utilizando isoflurane como anestésico. “Observamos que la anestesia no modifica la memoria episódica. En la laparotomía empieza a haber una disminución en la memoria episódica, pero esto es mucho menor que en la hepatectomía. La conclusión es que la hepatectomía hace que los animales pierdan su memoria episódica. Nos preguntamos si esto era específico de esta cirugía. Respondimos haciendo una gastronomía: cortamos el estómago por la mitad y luego lo unimos. Es una cirugía con cicatrización bastante importante, y lo que vimos es que se produce un cambio tremendo en la memoria episódica. La gran conclusión es que lo que produce el deterioro cognitivo no es la anestesia sino la injuria quirúrgica”.

La situación “borrada”. El hipocampo, vinculado con las emociones y la memoria, es un área cerebral muy susceptible al estrés. Varios teóricos aseguran que en los pacientes depresivos, el hipocampo disminuye su volumen milimétricamente. “En las ratas estresadas –explica Argibay–, el peso del hipocampo es menor. Es decir, es muy susceptible al aumento de corticoides y muy susceptible al estrés, entonces, podría ser un blanco de la injuria quirúrgica, daño que podría reflejarse en trastornos de la memoria episódica”.

El test que utilizaron en las ratas para evaluar la memoria episódica –aquella que permite recordar todos los estímulos presentes en un determinado momento a partir solamente de uno de esos estímulos– fue el de reconocimiento de objetos novedosos. “Las personas con  enfermedad de Alzheimer –señala Argibay como ejemplo– no toleran la novedad. No les gusta, por ejemplo, que les cambien las cosas de lugar porque hay trastornos en el reconocimiento de dónde estaban las cosas. En la experiencia queríamos ver si los animales reconocían los objetos nuevos que se les presentaban. Vimos que las ratas con trastornos cognitivos no exploraban los objetos nuevos porque no los recordaban, no veían nada diferente”.

“Lo mismo ocurre con las personas –infiere luego el investigador–. La memoria episódica es el cuadro que tenemos de las situaciones permanentemente. Es la memoria de corto plazo”.
La cirugía como estresor. En resumen, la cirugía en sí misma sería es un estresor, y como tal conllevaría una distrofia cerebral que claramente produciría cambios en el sistema cognitivo.

En personas jóvenes operadas se producen alteraciones cognitivas, sólo que pasado el mes se recuperan.

Ante este panorama, los únicos que van a poder prevenir esta situación, según Argibay, serían los anestesistas: “Esto es interesante sobre todo para los pacientes con déficit en los mecanismos de recuperación cerebral, como por ejemplo los pacientes añosos, las personas con HIV, los trasplantados, es decir aquellos que ya vienen con alteraciones en los mecanismos de compensación, porque estos daños pueden ser progresivos o inducir a una depresión posoperatoria. El adecuado manejo anestesiológico podría prevenir los daños e incluso proponer los mecanismos de reparación, no es muy raro pensar en la administración de determinados fármacos que actúen de forma profiláctica del daño cerebral”, concluye Argiba
Dr. David Ruiz Vela



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